Mientras los políticos despliegan el festival cartelero -o presumen de su ausencia, que también es presumir, al fin y al cabo- el mundo de la cultura celebra hoy una de sus mejores fiestas. Entre los días 22 y 23 de abril de 1623 fallecerían Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Algunos observatorios captan, todavía hoy, el sonido de almas agradecidas, corazones conmovidos y vidas cambiadas por la obra de estos grandes literatos.
Es por ti, lectura, que nuestra imaginación trascienda el tiempo y el espacio. Por tí pasamos las noches en vela y lidiamos con el día a través de las ojeras. Por ti Bastian Baltasar Bux lleva a cabo, en La Historia Interminable, ese último y salvaje acto de amor literario que es sustraer un libro de una tienda. Por ti renunciamos a fiestas y eventos sociales. Por ti lloramos cuando una saga termina, y nos damos cuenta de que no volveremos a ver a los protagonistas, que añoramos como si fueran nuestra propia familia.
Te amamos, lectura, porque así leemos: apasionadamente, con felicidad, dolor, esperanza y tristeza. Leemos para comprender, para escapar, para sentir, para no olvidar. En un mundo que desprecia, cada vez más, la dulce música que procede de la literatura y de las artes, aquellos cuyo templo es biblioteca realizamos un llamamiento para que todo ciudadano acuda al lugar que alberga todo lo vivido, amado, soñado y odiado.
En los libros está nuestra verdad. Y con cada página, se cubrirá otra pieza del intrincado rompecabezas que conforma una de las preguntas más básicas de todos los tiempos: ¿Quién soy yo? Abre un libro y lo descubrirás.
Feliz día.