Wall Street Journal publica en su web un especial dedicado a la retención y traza de datos que las grandes compañías de publicidad realizan cada vez que visitamos algunos sitios web. En el caso de Estados Unidos, dictionary.com es la campeona absoluta, con 168 sistemas de rastreo que no permiten al usuario darse de baja de los mismos.
Las cookies, incluso las basadas en flash, mucho más resistentes, son cosa del pasado. Ahora lo que se lleva son los scripts para rastrear al usuario y crear un perfil del mismo. Según WSJ, si las páginas que visitas a diario utilizan un sistema intrusivo para seleccionar los anuncios a mostrar, no hay lugar donde puedas esconderte porque te seguirán la pista.
The most intrusive monitoring comes from what are known in the business as «third party» tracking files. They work like this: The first time a site is visited, it installs a tracking file, which assigns the computer a unique ID number. Later, when the user visits another site affiliated with the same tracking company, it can take note of where that user was before, and where he is now. This way, over time the company can build a robust profile.
Si se preguntan cómo es posible que semejante noticia aparezca en un medio de comunicación digital, piensen mal y acertarán. WSJ pertenece a News Corp., que ha comenzado a transformar su modelo de negocio, pasando del dinero generado por la publicidad a los beneficios por suscripción. No hay nada como cambiar la fuente de ingresos para descubrir al usuario lo malos que son los anuncios en la red.
Segundas intenciones aparte, me preocupa la escalada de agresividad que ha tomado la publicidad en línea. Lo único que se consigue reforzando los mecanismos para espiar al usuario es que el usuario aumente su odio por los anuncios en la red y los bloquee con más frecuencia. Algo que, a buen seguro, no sentará nada bien a los anunciantes y publicistas. Ya es hora de que los principios del márketing del permiso se apliquen con seriedad.