Hace 112 años nació un hombre notable. Un hombre cuya imaginación solo se podía comparar con dos cosas: su talento para la escritura y su amor por la lectura. Este hombre inventó sueños, personajes extraños y países remotos que nacen de las enciclopedias. Concibió un cuento tan hermoso que es casi un himno para la profesión en la que escogí formarme.
Hoy Google homenajea a este hombre y también le homenajeo yo, como pago a lo sucedido a finales del siglo pasado, cuando tuve el honor de comentar uno de sus textos durante mi prueba de acceso a la universidad. Feliz cumpleaños, señor Borges. Que el lugar donde su conciencia repose haga justicia a los mundos con los que hizo soñar a tantos lectores.
De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación.