Con la llegada de la administración Trump, todo parece indicar que asistiremos al fijado de los últimos clavos en el ataúd de la neutralidad de la red. El siguiente capítulo en una larga batalla que enfrenta a quienes apuestan por un servicio universal, justo y no discriminatorio, con los defensores de una red a dos velocidades y un listado de ofertas y restricciones que pueden abarcar el infinito.
Desde el comienzo de la lucha, se han planteado hipótesis y escenarios en los que la neutralidad de la red desaparece como tal. Sin embargo, no necesitamos recurrir a futuribles o la especulación cuando podemos revisar un caso real, en el que la neutralidad ha sido aniquilada de una forma sutil, pero muy inteligente: el caso de las redes móviles en Filipinas.
Cien millones de personas pueblan este grupo de islas en el Sudeste Asiático. Con unas perspectivas económicas en crecimiento según datos del Banco Mundial, la ‘Perla de Oriente’, como la definió el literato José Rizal, uno de sus padres fundadores, es un hervidero de música, selfies y mensajes SMS. El uso de los teléfonos móviles supera ya los 33 millones, con previsiones todavía más alcistas; no sorprende, dado que las redes sociales son el método preferido de los filipinos para comunicarse con los diez millones de compatriotas que trabajan en el extranjero: los denominados overseas workers. Considerados héroes, suponen uno de los pilares económicos del país debido al dinero que aportan a sus familias.
Pero los sueños de una red neutral en el país han topado con un gran problema: la infraestructura móvil es deficitaria y está gobernada por lo que sería un equivalente al monopolio de las empresas eléctricas en españa. Dos grandes compañías, Globe y PLDT, se reparten el pastel.
Los “Gigas extra” y el frankenstein de las ofertas
En una sociedad donde la pobreza alcanza al 21.6% de la población, las operadoras han optado por una solución salomónica: trocear las aplicaciones más utilizadas en su red y empaquetarlas en promociones con reserva de datos extra para las mismas. Un vistazo a las “ofertas” ofrecidas por Globe y SMART (filial de PLDT para el mercado móvil) resulta más reveladora que cualquier descripción adicional que podamos añadir. Para una mejor orientación y aproximando el cambio de divisas, los 50 pesos filipinos son el equivalente a 1 euro, mientras que 500 pesos podrían equivaler a 10 en nuestra moneda comunitaria.
La cosa tiene todavía más enjundia si revisamos GoSAKTO, un sistema de promociones ofrecido por Globe Telecom en el que el propio usuario puede “construir” su propia tarifa y añadir datos extra al grupo de aplicaciones que desee utilizar.
¿Hay ventajas?
Una rotura de la neutralidad como esta, puede provocar algún beneficio aparente para los bolsillos más humildes: aunque el saldo se te acabara, todavía podrías seguir utilizando messenger para comunicarte con tus amigos, ya que la mayoría de las promociones en caso de Globe siempre incluyen por ‘sorpresa’ datos gratuitos en Facebook. Además, las tarifas están segmentadas de tal modo que incluso puedes contratar 1 giga de datos por espacios tan cortos como un solo día por el precio de un euro.
¿Por qué afecta a la neutralidad de la red?
Video, música, chat, redes sociales, compras… No resulta muy complicado deducir que la competencia entre aplicaciones está siendo manipulada por las ventajas adicionales que, desde las compañías telefónicas, se otorgan a los grandes del sector.
En una red supuestamente neutral (hay pocas que, realmente, lo sean), el triunfo de cualquier aplicación emergente que haga sombra a los grandes no es tarea fácil. En el mundo de las redes sociales no vas al lugar que más te guste; vas al lugar en el que están tus amigos y contactos. En un entorno viciado por los operadores como el de la red móvil filipina, el triunfo de los nuevos se hace casi imposible.
Pero no son las apps emergentes el único sector perjudicado. Desde blogs especializados como Yugatech, explican que la preferencia que tienen las grandes telecos hacia Facebook afecta también a los creadores de contenido, que verán bloqueada cualquier salida a otra red donde el modelo de negocio no dependa de un algoritmo tan despiadado como el que gobierna nuestro muro de noticias.
Comprobamos, pues, que la muerte de la neutralidad puede adoptar muchas formas. Entre ellas, la de un oligopolio ansioso por ahogarnos en un mar de promociones fragmentadas. Si no queremos seguir el camino de la Perla de Oriente, mejor luchemos para que los gigas sean iguales. Para todo y para todos.