Un 26 de febrero cambió todo.
Aquel día podría haber sido como cualquier otro, pero el destino y algunas personas quisieron que aquel día se plantara la semilla de algo que daría a mi vida un cambio radical. Quien sabe lo que estaría haciendo ahora mismo si aquel día no hubiera pasado lo que pasó. Para mí, un 26 de febrero supuso un importante punto de inflexión tanto en el aspecto personal como en el profesional. Yo aún no lo sabía, claro está.
Aquel día fue decisivo para mucha más gente. Políticos, gobernantes, ideólogos, músicos, cineastas, artistas, periodistas, filósofos, investigadores, científicos, religiosos y tantos otros, caminaban por la calle o hacían su día a día sin saber que había nacido un gran vehículo para sus profesiones, aficiones y esperanzas.
No todos se alegraron. También los hubo que no se adaptaron e incluso los hubo que odiaron a muerte lo que nació ese día. Dieron el siguiente paso y lo aborrecieron, lo menospreciaron, lo insultaron e incluso intentaron destruirlo desde dentro, desvirtuándolo y corrompiéndolo. A día de hoy, todavía no lo han conseguido.
Para algunos, el 26 de febrero de 1991 nació la madre de todas las migrañas, algo que amenazaba su existencia. En opinión de un servidor, fue el nacimiento de una gran parte de nosotros mismos.
Feliz cumpleaños.