Gracias a Techmeme, leí un interesantísimo artículo de Peggy Orenstein en el New York Times sobre Facebook. En él, la escritora reflexiona sobre esta red social y su papel para revivir nuestro pasado. Según Orenstein, la ventaja que ofrece Facebook para conectarnos con nuestro yo anterior, no tiene por qué ser necesariamente buena.
As a survivor of the postage-stamp era, college was my big chance to doff the roles in my family and community that I had outgrown, to reinvent myself, to get busy with the embarrassing, exciting, muddy, wonderful work of creating an adult identity. Can you really do that with your 450 closest friends watching, all tweeting to affirm ad nauseam your present self?
Para la autora, el crecimiento personal implica olvidar en parte lo que fuimos. Por ello, los jóvenes que ya se introducen en las redes sociales podrían correr el peligro de estancarse en un eterno yo presente, marcado por fotos, textos y amigos.
La máquina del tiempo
Hace un mes, alguien me etiquetó en una foto de infancia. Por arte de la tecnología, pude remontarme años atrás, y recordar uno de los mejores veranos. La verdad es que la experiencia no fue negativa, sino todo lo contrario. No comparto en demasía el punto de vista de Orenstein, pero me parece sumamente interesante la relación que establece entre el proceso de maduración y el olvido de muchas circunstancias. Yo también me pregunto, como la autora, que pasaría si todos nosotros utilizáramos Facebook desde la adolescencia. ¿Cómo afectaría a nuestro crecimiento personal? ¿Cómo nos afectará en los años venideros?