Se ha polemizado mucho sobre los personajes famosos que iniciaron o se apuntaron a la moda del cambio climático. Uno de los principales argumentos en contra de personajes como Al Gore es su buen ritmo de vida o su factura astronómica de la luz.
El primer problema de estas críticas es que están apoyadas en una falacia lógica llamada Argumentum ad hominem. Según la Wikipedia:
Argumento ad hominem o argumentum ad hominem (en latín, ‘dirigido a la persona’), es una falacia lógica que implica responder a un argumento o a una afirmación refiriéndose a la persona que lo formula, en lugar de al argumento por sí mismo. Un argumento ad hominem (y por tanto, falaz) tiene esta estructura:
A afirma B;
Hay algo cuestionable acerca de A,
Por tanto, B es falso.
Como podréis imaginar, son incontables las veces que se esgrime este argumento en un debate. Dicho argumento suele ser especialmente efectivo en este caso: una persona erigida en defensora del medio ambiente, debería ser un ejemplo para los demás en cuanto a su respeto por este. El razonamiento es atractivo como arma, pero con poca base lógica. Una equivalencia sería desautorizar a un médico que culpa a la nicotina por el cáncer de pulmón, argumentando que dicho médico se fuma tres cajetillas al día.
Me da igual la factura de la luz de Al Gore. El Premio Nobel de la Paz y Príncipe de Asturias de Cooperación ha ejercido su papel como correspondía: necesitamos gente comprometida con la lucha para preservar el ecosistema, pero también necesitamos buenos oradores que sepan transmitir el mensaje. Y hay que reconocer que lo ha logrado con creces.
No soy un ciudadano ejemplar en la protección medioambiental. De hecho, a veces disto mucho de serlo; pero ello no significa que me de igual el planeta en el que vivo. Por el momento, haré varios propósitos de año blog para ser un mejor ciudadano con esto de la ecología. Obviamente eso incluye no dejarse el cargador del móvil enchufado (alguien se va a reír mucho con esto).