El cuento trata de un hombre llamado Retórico, que llega a una tierra donde sus habitantes no se comunican a través del habla. Enamorado de su propia voz, Retórico impone un régimen dictatorial a los habitantes de aquella tierra donde su palabra, por ser única, tiene valor de ley. El cuento tiene su desenlace cuando los nativos, tras meses de aprendizaje secreto, le dicen «no» a Retórico. Una sola palabra destrona al dictador. En El origen del planeta de los simios, César, futuro monarca de una nación de primates evolucionados, aprende el idioma de la humanidad. La primera palabra que articula en la película es, también, el «no».
Para reformar, resistir o cambiar sistemas, hay que comprender los códigos que dichos sistemas utilizan. Tal vez por eso quienes dominan las instituciones que gobiernan la economía se pirran por los anglicismos y los vocablos esotéricos. Aprender economía es lo único que nos permitirá decir que no cuando llamen a la puerta con una humilde proposición.
El primer obstáculo que puede encontrarse el novicio tiene que ver con dogmas religiosos disfrazados de ciencia. La sabiduría económica convencional está invadida por una o dos teorías dominantes.
Conviene, sin embargo, arrojarse al foso sin miedo, pues sólo cuando nuestra vista se habitúa a la oscuridad podemos empezar a buscar una salida. El mejor tomo para comenzar a estudiar sobre economía será, pues, aquel que nos resulte más accesible. Ya aprenderemos a separar la paja del grano.
Hay autores que intentan prescindir de la aridez en las explicaciones. Sea quien sea el estudioso que escoja usted para iniciarse, no se olvide de revisar expediente y bando antes de arrojarse a los brazos del divulgador; le permitirá localizar la información valiosa e ignorar el catecismo. Lea mucho, lea sin temor, lea al enemigo. Pero no se olvide de las lealtades y objetivos de la persona a la que está leyendo.
Aprendamos, pues, economía. Aprendamos a decir «no». Tal vez no hayamos podido elegir un sistema educativo que nos interna en la jungla sin armas; pero en la era de internet y el intercambio de cultura, podemos aprender algo de autodefensa y utilizar el poder liberador de negarse ante unas élites que intentan, cada día, convertirnos en un rebaño de ovejas asertivas.